viernes, 29 de febrero de 2008
29 de FEBRERO
sábado, 23 de febrero de 2008
viernes, 22 de febrero de 2008
martes, 19 de febrero de 2008
Da zaftra*, FIDEL !
jueves, 7 de febrero de 2008
Corazón Partío
Hoy, si he de definir el día, ha sido surrealista y bizarro. Por un lado, celebro a lo grande y preparo la ocasión más esperada de mi pequeña adolescente Yessi , y por otro lado (¿o talvéz el mismo?), sufro hasta tocar fondo con mi amiga y ex compi de piso Nati, la ida temprana de su casi bebé, nuestro tan anhelado `Garbancito´. Por no hablar de mí, que no vengo al caso.
La cosa es... y esta vez, Señor, la pregunta va para tí, que atesoras respuestas: ¿No te parece un tanto inverosímil? ¿Han de coexistir el lloro y el gozo como única vía de acatar estas palabras escritas por la mismísima mano de Pablo y más aún, inspiradas una a una por tí mismo?!
Concédeme, si lo crees preciso, tu respuesta. Y si no, Señor y Padre mío, al menos déjame terminar el día sin quebrarme por completo en dos o más mitades... y es que, al menos hasta este mismo instante, todo lo que tengo es lo que al sr. Sanz bien se le ocurrió llamar, un auténtico "corazón partío".
A primera vista
Era mi tercer y último paciente y cerca de mi quinta hora en el hospital. Ya comenzaba a ver el reloj y a mirar por la ventana del consultorio los últimos rayos de sol.
Se entreabrió la puerta y logré divisar un bastón...una pierna... y finalmente, todo él. Fue complicidad instantánea. Sin poder ni querer evitar la sonrisa me quedé, sin decir palabra, observándole... ni un solo pelo en toda la redondez de su anciana cabeza, con unos cuantos kilos de sobra y en su mirada, una picardía que no estaba dispuesto a esconder.
Como adivinando mis pensamientos y entre sonrisas, balbuceó unas palabras que no logré entender pero suficiente coherentes como para que se sentara y comenzáramos "la consulta".
-"A ver, don Gabriel, ponga las manos al frente...¿se nota usted algún temblor? ¿Ha notado algún cambio en su conducta a partir del "ictus" que ha tenido? Enséñeme la medicación..."
-"Tranquila, tranquila...deja que te diga algunas cosas primero, niña..."(¿le puedo llamar niña, no? )-me dijo sin poner el mínimo apuro.
Decidí no cortarle. Sus historias, lo reconozco, comenzaban a derretirme. Con la barbilla entre mis manos no le quité ojo ni oído de encima. En ocasiones me provocaba saltar sobre el escritorio, soltar la bata, e irnos a tomar un chocolate. Le contaría toda mi vida y le relataría, uno por uno, todos mis embrollos internos.
En lugar de ello, y por fuerza del "super yo" que heredo de mi ex-amigo Freud, me quedé allí, descifrando su nivel de atención, calidad de memoria semántica, y un montón de cosas, que siendo quien le veía ser, para mi, no venían al caso en lo absoluto.
Hora y media más tarde habíamos terminado. Me levanté a despedirle y agarrándole el antrebrazo lo dirigí hasta la puerta. Una penita en forma de comprensión me embargó el pecho, pero no me resultó extraña.
Levantando la mirada, entre bastón y brazo, me regaló una última sonrisa, amplia y espléndida, enseñándome los dos o tres dientes de los que todavía hacía alarde.
Dando palmadas sobre su espalda, me descubrí alzando la voz (asegurándome así de que la sordera no le impidiera escuchar, al menos estas últimas palabras) diciendo: "¡Me ha hecho usted pasar una tarde muy dulce, don Gabriel!" "¡Prométame que va a cuidarse mucho!"
Y así, con éstas palabras todavía haciendo eco en el pasillo del hospital, lo observé marchar mientras repetía "Próxima vista en cielo, don Gabriel, próxima vista en el cielo".
sábado, 2 de febrero de 2008
PuLSACIONES
Hará ya más de 10 años. Íbamos camino a no sé donde, mi padre al frente y mis hermanas y uno de mis hermanos, detrás, sentados en el Peugeot marrón.
Papi se da vuelta y dice: "quiero que todOs...." Hace un silencio breve y comenta, de pasada, "es un tanto injusto, que tenga que llamarles todOs, cuando de los cuatro solamente hay un hombre, ¿no?".
Sigue hablando, pero ya yo he perdido el hilo. Ese minúsculo comentario (del que apostaría ni él mismo recuerda) me acompañaría siempre. Y no, NO soy feminista. Ni siquiera una pizca.
Sin embargo, no puedo ocultar que ese pensamiento acerca de sus hijas, me hizo poner las cosas "en su lugar" y me proveyó ese ´orgullo sano´ de ser mujer.
Así que hoy, leyendo sus "pulsaciones"*, volví a recordar ese episodio y no puedo más que evocar recuerdos, reorganizar las cosas en su lugar, y volver, otra vez, a echar mano de ese "orgullo" que, sin saberlo, me regaló mi Papá.
---------------
*La publicación a la que hago alusión está aquí:
http://www.elnacional.com.do/article.aspx?id=37707