BIENVENIDO al RINCON de PENSAR

Recuerdo al “Círculo Infantil”, mi primer colegio/guardería, como un lugar excepcional. Debió de haberlo sido, para que todavía hoy lo recuerde. Un montón de niños uniformados a cuadros y una maestra a la que llamábamos “tía”, nos sentábamos sobre una alfombra en un aula en la que cada esquina suponía un rincón especial.

Uno de ellos, sin ningún otro ornamento más que una diminuta silla de madera y un letrerito encima conformaba nuestro: RINCÓN DE PENSAR.

Allí me sentaron más de una vez, cuando rondaba los 4 años de edad, con el único objetivo de pararme y pensar. Supongo que esos habrán sido mis primeros encuentros con los pensamientos que más tarde me empeñé en transformar en palabras.

Son esas palabras, las del día a día, y las ahorradas durante años, las que pretendo plasmar en este, mi recién adquirido RINCÓN.

¡Seas muy bienvenido!

¡ACÉRCATE, que cabemos todos!


lunes, 12 de mayo de 2008

"De par en par "

PASADAS unas semanas de... permisos, pinturas, gente que entra y casi no sale, una puerta en mi balcón, unos vecinos que alucinan, 24 horas de oración, un fin de semana archi-milagroso...y un día de inspiración con mi MAC.... te entrego :

P U E R T A S              A B I E R T A S

domingo, 11 de mayo de 2008

"TE QUIEREN, 19 "

... o al menos así lo hacen constar en cada pared, tabique, valla ó muro que hace dos días tenía al menos un minúsculo espacio disponible en toda mi manzana.

No se ha librado nadie. Ni la frutería de abajo, ni la peluquería de las mellizas de la esquina, ni el local vacío de la izquierda y ni siquiera los bloques de construcción al lado de los chinos.

Yo entonces, ideo a 19. Le pienso. Le cuelgo pensamientos. Le pregunto. ¿Lo has leído? ¿Te lo has creído?

Subo las escaleras dando zancadas, con 19 entre mi sien, y pienso que:

No es lo mismo querer que creer, aunque se puede querer creyendo y sin embargo querer sin atreverse a creer.
Me da igual. Y me pregunto qué le dará a 19.


El caso es que ésta cifra, de donde quiera que haya venido, de repente me rodea... sin proponérselo, seguro... sin proponérmelo, quizá.

Y ahí está, y estará, hasta que la borre, indeleble, el tiempo... ¡Bendito 19!



lunes, 5 de mayo de 2008

GOING HOME

Anoche me soñé sumergida en una búsqueda... deambulaba de un lugar a otro y casi agonizaba por un deseo que me consumía.

“Quiero irme a casa”, me repetía entre sábanas, en un sin sentido inglés que se le antojó a mi sueño escoger como idioma.

Irme a casa... tan resoluto era mi deseo como incierto su desenlace. Ansiaba estar allí, y sin embargo, no tenía ni la más remota sospecha de donde hallar ese lugar al que me empecinaba en llamar “mi casa”.
(Y es que hace ya suficiente tiempo, que incluso en mis sueños, me sé extranjera del mundo).

Repiquetea el despertador y casi lo agradezco. Tres de la mañana. Tardo pocos segundos en ponerme en pie y mirar por la ventana que desde mi habitación permite vislumbrar hacia los rieles de los trenes salamantinos.

Es la tercera hora de las 24 que tiene éste lunes de mayo, y hoy llevamos a cabo la propuesta que en el bar de la esquina hicieran unos amigos, de hablar con Dios, durante todo un día, a manera de cadena. Uno de ellos, desde donde estuviese a esas horas, me pasaba la antorcha de relevo.

Encendí las luces, me lavé la cara, me senté en mi sofá naranja. Todo en orden.

Lista para mi coloquio con Dios alcanzo a ver mis calcetines dispares...y con ello, cuál torrente, me sobreviene toda la noche anterior...siendo más precisa, las tres o cuatro horas anteriores...

“¡Llamen al fulano!” “¡Que se quede con la llave!” “¿Estarás en casa en la mañana?” “Necesitamos otra lata de pintura!!” “Pero miren a la Lauri, ¿y esos calcetines distintos... te has vuelto daltónica?”
Con una risotada, y un “besos a todos”, me voy a la cama, dejando atrás el bullicio y ajetreo perenne de la cuarta planta de la calle de la Estación de tren, en donde está “mi” piso ( o “el centro”, como le llaman por ahí).


De vuelta al presente, sonrío mientras recorro la vista a través de un salón que pocas veces se ha visto tan desocupado.

Cierro los ojos. Una palabra seguida por otra, y luego otra más y ya estaba instalado mi coloquio con el Padre.

Las 4 de la madrugada, paso la antorcha, y doy tumbos de vuelta a la cama, sin dejar de pensar en el intenso sueño que hacía un par de horas me hacia volverme de un lado a otro, como si la almohada fuese el mapa que ansiaba.

“Volver a casa”.

¡¡¡Volver a ... !! Recién ahí, poco antes de que Morfeo me arrebatara por completo, y habiendo pronunciado el último amén, es cuando me sobreviene el pensamiento :

Es que... “mi casa continúa en obras” (Juan 14:2). ¡La están preparando...! por eso no logro encontrarla en sueños ... ni en no sueños. 

Cuánto sentido cobra ahora residir y servir en el “centro”, pues ¿Quién niega que alguna vez pueda albergar algún ser que con calcetines desiguales (o no), me anuncie un anticipo del hogar que se me avecina? (Hebreos 13:2).
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JUAN 14:2 )Jesús dijo: "...en la casa de mi Padre muchas moradas hay...voy, pues a preparar lugar para vosotros"

HEBREOS 13:2) "No os olvideís de la hospitalidad...porque por ella, algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles"

los que se arrinconan...