domingo, 29 de junio de 2008
Goool !!!
La atmósfera se puede cortar con tijera. Es 29 de junio. En el vagón de tren en el que regreso de Madrid no es difícil adivinar lo que inunda las mentes de absolutamente todos (por no exagerar).
Hace calor. Sofocante. Los minutos pasan a conta gotas. Todos se mueven de sus asientos, abren cortinas, miran por la ventana.
"¡Puedo imaginá er balón!"-suspira uno, con más acento de Huelva que Maria Isabel, la que se muere antes de sencilla.
Una que otra risita. Pero el ambiente sigue tenso. Un minuto...dos.... cuando de súbito, un rubito con gafas que no pasa los 15 abriles, rebota de su asiento con radio al oído vociferando un rotundo: ¡GOOOOOOOOOOL!!!
Lo que vino después, lo dejo a tí, que no tienes que ser profeta para predecir lo ocurrido. Perfectos desconocidos en una ligazón pasmosa. El viejito que no paraba de ir al baño, al lado de la chica que finalmente suelta el libro y le abraza como si se conocieran de por vida.
La niñita china deja de preguntar que cuánto falta para llegar y levanta sus manitas en son de triunfo. Los sureños se abrazan y no paran con el "A por ellos, oéeee...."
Levantándome de mi puesto para dar un buen apretón de mano al rubito reportero, tropiezo cara a cara con la señora, cuyo pañuelo amarrado a la cabeza encubre y revela su enfermedad... le miro a los ojos, que, para consternación mía, irradian mientras aplaude entusiasmada.
Entonces se me para el tiempo. Diviso todo a cámara lenta. Intento no llorar, pues a fin de cuentas no es algo que haga a menudo, pero el corazón, a quién no acabo de controlar tan bien como a las lágrimas, me vuelca extravagante .
¡¡Misterio fascinante, lo que puede provocar la patada acertada de un uniformado !!
Como champagne embotellado durante 44 dilatados años, la euforia se desborda, y no hay quien pueda ser ajeno a sus efectos.
Bienvenida seas, pues, EUROCOPA, y bienvenido aún más lo que contigo arrastras.
lunes, 23 de junio de 2008
tormentosa tormenta
Hoy es noticia y en tres días será historia. Anoche fue incertidumbre... encerrada dentro del vehículo junto a Jo, en medio de una tormenta que sin avisar se desplomó en Salamanca.
Más de una hora confinada dentro de cuatro puertas y un volante, sin escuchar mucho más que mis propios pensamientos, haciendo eco de los truenos y el caudal que se dejaba sentir y sufrir en todo nuestro derredor.
No me dio tiempo a sentir miedo... pero sí a preguntar... y a preguntarme:
¿Qué sería aquello que, si tuviese la facultad de volver el tiempo y las circunstancias, hubiese escogido no haber dicho... hecho... sentido ... creído o arriesgado ?
Apoyada en la ventana, mirando embelesada el río en que se había transformado la avenida en donde nos había atrapado el vendaval, dí permiso a mi imaginación a que realizara cortes agudos sobre más de una escena de mi vida, de la que, si de mis facultades dependiese, no dejaría ni tan siquiera rastro.
Pasado un día, y casi por "coincidencia" (si es que hay tal cosa), volví a tropezarme con la siguiente historia:
...y no puedo evitar que ahora, mientras escribo, mi pregunta sea irremediablemente distinta.
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martes, 10 de junio de 2008
jueves, 5 de junio de 2008
Destellos
"La vida-me dijo en tono bajo, y ademanes elocuentísimos- es un resorte...marcados caminos de ascenso seguidos por periodos en los que te descubres descendiendo por recorridos que se te antojan ya conocidos . Una vez. Y otra vez. Y otra vez.
"Y sin embargo... -se enderezó, me miró...y yo comencé a entender-"... cada giro, no es, aunque lo parezca, un movimiento repetido; es más bien,un avance, que sin duda alguna, conduce al extremo de un resorte que definitivamente tiene fin ..."
"Y sin embargo... -se enderezó, me miró...y yo comencé a entender-"... cada giro, no es, aunque lo parezca, un movimiento repetido; es más bien,un avance, que sin duda alguna, conduce al extremo de un resorte que definitivamente tiene fin ..."
Dicho ésto, Edith Vilamajo, retomó su sonrisilla y me dejó en el sillón, exenta de palabras.
Y hay quién se atreve a preguntar porqué no le perdí sombra durante sus contados días por aquí.
Y hay quién se atreve a preguntar porqué no le perdí sombra durante sus contados días por aquí.
¡Que pena que las estrellas más refulgentes suelan ser también las más fugaces!
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