BIENVENIDO al RINCON de PENSAR

Recuerdo al “Círculo Infantil”, mi primer colegio/guardería, como un lugar excepcional. Debió de haberlo sido, para que todavía hoy lo recuerde. Un montón de niños uniformados a cuadros y una maestra a la que llamábamos “tía”, nos sentábamos sobre una alfombra en un aula en la que cada esquina suponía un rincón especial.

Uno de ellos, sin ningún otro ornamento más que una diminuta silla de madera y un letrerito encima conformaba nuestro: RINCÓN DE PENSAR.

Allí me sentaron más de una vez, cuando rondaba los 4 años de edad, con el único objetivo de pararme y pensar. Supongo que esos habrán sido mis primeros encuentros con los pensamientos que más tarde me empeñé en transformar en palabras.

Son esas palabras, las del día a día, y las ahorradas durante años, las que pretendo plasmar en este, mi recién adquirido RINCÓN.

¡Seas muy bienvenido!

¡ACÉRCATE, que cabemos todos!


lunes, 16 de noviembre de 2009

Subsistencia



Decidí salir de casa por pura subsitencia: de cuerpo, para llenar mi despensa desinflada, en el mercado más cercano... y de alma, para la presentación de Savia de las Antípodas, el libro de mi amigo Alfredo, el poeta.

Decidí salir del inenarrable placer de mi casa,y de mis medias de figuritas de lana y de mi té caliente, y de las estadísticas de mi eterna tesis en las últimas horas de la tarde, para cualquier cosa, excepto aquello.

Un arsenal de personas en el portal, una cinta que guardaba el paso, unos policías de negro y una manta que cubría un cuerpo. El cuerpo de quien unas horas antes, mientras en casa yo sorbía las últimas gotas té, me quitaba las medias, me dormía frente a las últimas fórmulas de tesis, se lanzaba del cuarto piso, cansada, digo yo, de subsistir.

Y yo pregunto la pregunta del poeta, "¿Cuándo el silencio comienza a considerarse grito?"*. ¿Desde donde el grito y desde cuándo el silencio para el que las paredes de mi casa y hasta de mi, alcanzaran hacerme tan sorda?

Y se me ocurre que acaso, cuando tenía vida, el cuerpo que yacía en la calle que da a mi puerta, se preguntaba lo que había detrás del horizonte, que no quiso pintar el pintor por ser igual al deseo que nunca se alcanza.*

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*A. P. Alencart
*"Maestro, ¿Cómo pintar lo que hay detrás del horizonte, si es igual al deseo que nunca se alcanza?"
Poema de Alfredo Pérez Alencart, en su libro "Savia de las Antípodas"

los que se arrinconan...