BIENVENIDO al RINCON de PENSAR

Recuerdo al “Círculo Infantil”, mi primer colegio/guardería, como un lugar excepcional. Debió de haberlo sido, para que todavía hoy lo recuerde. Un montón de niños uniformados a cuadros y una maestra a la que llamábamos “tía”, nos sentábamos sobre una alfombra en un aula en la que cada esquina suponía un rincón especial.

Uno de ellos, sin ningún otro ornamento más que una diminuta silla de madera y un letrerito encima conformaba nuestro: RINCÓN DE PENSAR.

Allí me sentaron más de una vez, cuando rondaba los 4 años de edad, con el único objetivo de pararme y pensar. Supongo que esos habrán sido mis primeros encuentros con los pensamientos que más tarde me empeñé en transformar en palabras.

Son esas palabras, las del día a día, y las ahorradas durante años, las que pretendo plasmar en este, mi recién adquirido RINCÓN.

¡Seas muy bienvenido!

¡ACÉRCATE, que cabemos todos!


martes, 4 de mayo de 2010

tarde de domingo

Entré y seguía idéntica…los mismos bancos, perfectamente alineados; las mismas cabezas de espalda, cuyos contornos ya me he aprendido, cuyos peinados conozco tan bien, ubicadas en las mismas esquinas que sin querer he memorizado.

El púlpito de madera. El niño que deja caer un juguete. Un susurro retumba la estancia.

Un hombre joven (siempre hombre, siempre joven) en la puerta, en su silla, abre y cierra la entrada… evitar cualquier asomo de ruido. Que no haya un sobresalto..ni siquiera el de las visagras que se atrevan a sonar y a romper el silencio.

Pero el silencio se ha roto hace ya mucho tiempo.

Una canción. Palabras. Otra canción, que si hay suerte, se entona en pie. Palabras acompañadas de continuas miradas a un reloj de pared que parece implacable. Que no se exceda un minuto…no se hace esperar al Javi.

Me siento en el banco, mi cabeza, de espalda, con el mismo contorno que ya se han aprendido y cuyo peinado (o la ausencia de éste) se saben tan bien. Leo las mismas palabras. "Reconciliaos con Dios". Sonrío. Tantas veces las he leído…las leo, hasta cuando no quiero hacerlo. He hecho tanto con cada letra. He inventado juegos de palabras interminables que se suceden una a la otra. Pero sigue ahí. La misma frase, inamovible.

La columna derecha. Una luz tenue. Un montón de sillas, en las que nadie se sienta, y una cabeza distinta que se asoma desde el púlpito. Habla. Lee. Lee lo que habla, o viceversa.

Continúo absorta en pensamientos erráticos... me interrumpe un árbol. Es un sicómoro (¿un qué?). Que ya esa historia me la sé. Pero no sé. Despierto. ¿Es ésto un árbol? El enano, que aquí bautizan con una Z que de tan pronunciada se me antoja graciosa y que me da pena…porque ser enano y llamarse Zaqueo, con esa Z de lengua afuera, debe sentar como un rayo a cualquiera. Pobre rico.

Y sigo arriba. Hay mucho follaje y me creo esconder. Él llama.

Entonces, ya no hay bancos alineados…no hay reloj implacable…no hay niño ni juguete. Estoy sola. Me llama. Como respuesta, deseo lanzarme. No cociné, pero vente a cenar..mi casa está ahí, la dejé de par en par…mi despensa vacía pero tú ya sabes, que si panes ó si peces...que si hay cena es un milagro.

"Es todo por hoy, hasta la próxima vez. No olviden la próxima reunión el día…." me interrumpe de súbito una voz... como si nada hubiese pasado. Como si nadie hubiese llamado.

Un sobresalto. ¡¿Qué? En mi cabeza sigue el árbol, la cena, que si me lanzo…y la llamada.

Doy tumbos, creo saludar... y despierto con el aire que me golpea....en la terraza del Javi el tiempo transcurre lento y a cuentagotas.



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los que se arrinconan...