¿Había mentido mi vecina? Ella realmente creía que yo no estaba...así que, francamente, no podría decir que pronunció mentira. Su creencia acerca de mi ausencia era sincera, aunque lo que dijo no correspondía a la verdad, dado que yo no me había mudado, como ella sinceramente afirmaba y realmente creía.
Este accidente simple me llevó a una verdad acerca de la verdad. No importa que tan sinceramente se crea algo, el sólo hecho de creerlo no lo hace cierto en sí mismo. ¡La verdad tiene vida propia, existe, independiente de mi conocimiento acerca de ella!
De mi vecina Manola paso a Colón, quien (con todo el respeto que merece un difunto) considero el despistado más famoso de la historia de la humanidad. El sinceramente creía que había llegado a las Indias (si no, no se hubiese jugado la vida tomando ese camino) y sin embargo, su creencia sincera no hizo que el lugar al que había llegado hubiese sido efectivamente las Indias. Así que, su creencia era sincera...sinceramente equivocada.
Estoy siendo políticamente incorrecta, lo sé. Hablar de verdad es arriesgado, al menos en el ambiente en el que estoy sumergida. Pero no es mi culpa, sino la de Manola, la vecina .Fue ella quien me provocó a concluir que tener creencias contrarias es posible pero que verdades contrarias no tiene sentido alguno ya que la verdad es por lo visto excluyente. O me mudé o no me mudé, (independientemente de lo que mi vecina piense o crea), pero ambas cosas no son posibles.
¡Menos mal que los efectos de que yo viva aquí o allí no suponen gran cosa para nadie!
............
No hay comentarios:
Publicar un comentario