viernes, 22 de febrero de 2008
No es cuestión de fascinación o no por los niños. Es de “quién se trata”, de lo que se trata. Y es que una tarde entre Susana y Sara, no tiene pérdida. Cada momento con ellas me evoca pensar en la misericordia.. fidelidad... justicia. En definitiva, hace que se intensifiquen los deseos de conocer más a mi Dios, que no deja de deslumbrarme por las maneras insólitas en que suele actuar.
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